Así que aquí, me imagino que tú también. No podemos imaginar de otra manera. Todas las diferencias radican en el contenido. Y así, hacemos la pequeña pregunta "¿Quién soy yo?" y nuestra respuesta a esa pregunta determina el contenido... Y en eso diferimos. Todo el vasto mundo difiere en base a su respuesta a esa enorme pregunta, la cual encontramos en las Escrituras. ¿Quién soy? Podría decirte que tú eres Dios. No te lo vas a creer. Puedes leerlo en las Escrituras: "Estad quietos y sabed que yo soy Dios". Lo leerás en el Salmo 46, pero no lo creerás. Si te dijera que tú eres Cristo, podrías sentirte ofendido; puedes tener algún concepto externo de un ser y llamarlo Cristo. Cuando digo que sí imaginas, eso no te ofendería porque sabes que nosotros sí imaginamos. Y puede que no creas ni por un momento que este poder de imaginar es el poder de Dios, pero, sin embargo, sí imaginas. Eso no ofendería a nadie.
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