Comunícate contigo mismo

Tenemos esta maravillosa imagen regresando de la luna. Es maravilloso para el hombre contemplarlo, pero supongamos que mañana tienes una experiencia en la que la luna no está ahí afuera en absoluto.
Comunícate contigo mismo

4/2/66

El tema de esta noche le resultará muy, muy práctico. Es "Comunícate contigo mismo"... ese es el título. Mi objetivo desde esta plataforma es elevarles a una fe segura en la imaginación. El final lógico de esta encarnación de la fe en la imaginación es cuando “creer” no se distingue de “saber”. Creer verdaderamente equivale a saber. Leer la Biblia es fe en Dios; pero el hombre, cuando escucha la palabra Dios, piensa en algo más que en sí mismo, algo en el espacio. La inmensidad de este enorme universo lo lleva a creer en algo más que en sí mismo. Pero estoy hablando del único Dios verdadero. Su nombre revelado al hombre es YO SOY. Estoy diciendo que la Imaginación es el cuerpo divino en cada hombre, y ese es Dios mismo. Entonces, cuando hablo de fe en Dios, hablo de fe en uno mismo. Las acciones de Dios son las acciones imaginales de los hombres; por lo tanto, ten fe en estos actos imaginales. La base de todo lo que existe es la imaginación. Este mundo en el que vivimos es un mundo de Imaginación.

Ahora, en su palabra revelada a nosotros, ¿nos lo dice así? Sí, de principio a fin. Esta noche tomaremos un pasaje del capítulo 4, los versículos 4 y 5 del Salmo 4. Se nos dice: “Enojaos”, esa es la traducción de este mensaje hebreo en la Versión Estándar Revisada: “Enojaos, pero no pequéis”. La palabra traducida “enojado” es enfurecerse cuando se te opone alguna gran autoridad en este nivel y no hay salida, pero ninguna; él tiene la autoridad para imponer su voluntad y no es lo que quiere. Quieres salir, quieres el cumplimiento de tu deseo, y he aquí uno dotado del poder de imponer su voluntad, y por eso te dicen que te enfurezcas, pero que no peques. Pecar es “errar el blanco”. No renuncies a tu objetivo porque aparentemente él tiene la autoridad para imponer su voluntad y decirte: "No, esto es definitivo". Entonces pecar es errar el blanco. Se nos dice en las Escrituras, ¡nunca renuncies a la meta, nunca renuncies a la intención! Por tanto, enfureceos, pero no pequéis.

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