En la economía divina nada se pierde. No podemos perder nada sino por el descenso de la esfera donde la cosa tiene su vida natural. No hay poder transformador en la muerte y, estemos aquí o allá, modelamos el mundo que nos rodea por la intensidad de nuestra imaginación y sentimiento, e iluminamos u oscurecemos nuestra vida por los conceptos que sostenemos de nosotros mismos. Nada es más importante para nosotros que la concepción que tenemos de nosotros mismos, esto es especialmente cierto en lo que respecta a nuestro concepto del Uno dimensionalmente más grande dentro nuestro.
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