5 de mayo de 1972
solo tenemos que ampliar nuestra concepción de la causalidad para excusarlo todo y perdonarlo todo. Ahora, déjame decir primero un pequeño pensamiento de las Escrituras antes de desplegarlo. Como se nos dice en el capítulo 25 de Génesis, "En tus extremidades yacen las naciones dos, razas rivales desde su nacimiento; una que la maestría ganará, cuanto más joven sea el reino de los ancianos". El primero es el hombre del sentido. Ahora estoy mirando esta habitación y todo lo que hay dentro de ella y ese es el sentido, hombre. Mi aprehensión normal de los objetos corpóreos, al igual que esta habitación y el contenido, lo llamo sentido percibido. Lo que no está presente, y sin embargo lo percibo, lo llamo imaginación. Eso está destinado a gobernar. Ese es el segundo hombre, el Señor del cielo.
El primer hombre es de la Tierra, un hombre de polvo. El segundo es del cielo. Así que aquí estamos en este mundo, y este es el mundo de este estado dual dentro de cada niño nacido de mujer. Y así, tenemos al hombre físico, al hombre de polvo, y luego tenemos al hombre espiritual, al hombre de la imaginación. Ese es el hombre inmortal. Cuando veo esta imagen de la dualidad del hombre y cómo todas las cosas son creadas por este hombre oculto, perdono todo en este mundo que el hombre físico hace por el hombre físico es solo un estado. Un ser está interpretando todas las partes. El papel que desempeña el ladrón es el mismo que el papel del juez que juzga al ladrón. La parte que es el asesino y el asesinado, él es una parte, pero el ser interior, él es uno.