Mantengamos nuestros santuarios silenciosos
En el acto de la meditación, como en el acto de la adoración, el silencio es nuestra mayor alabanza. Mantengamos nuestros santuarios silenciosos, porque en ellos se conservan las perspectivas eternas. Día tras día, semana tras semana, año tras año, en momentos en que nadie, por amor o por intenciones