Permítaseme tomarme un minuto para aclarar lo que se dijo anoche. Una señora sintió, por lo que dije anoche, que estoy en contra de una sola nación. Espero no estar en contra de ninguna nación, raza o creencia. Si acaso utilicé una nación, fue sólo para ilustrar un punto.

Lo que traté de decirles fue esto: nos convertimos en lo que contemplamos. Porque es la naturaleza del amor, como lo es la naturaleza del odio, transformarnos a la semejanza de lo que contemplamos. Anoche simplemente leí una noticia para mostrarles que cuando pensamos que podemos destruir nuestra imagen rompiendo el espejo, solo nos estamos engañando a nosotros mismos.

Cuando, a través de la guerra o la revolución, destruimos títulos que para nosotros representan arrogancia y codicia, nos convertimos con el tiempo en la encarnación de lo que creíamos haber destruido. De modo que hoy en día el pueblo que pensaba haber destruido a los tiranos es él mismo lo que creía haber destruido.