¿Realmente quieres una experiencia de Dios? Aplícale este principio. Haz lo que yo hice cuando quise dejar Barbados y venir a América. Observé la perfecta ley de la libertad y perseveré. Dios no te da una ley para tus deseos de este mundo y otra ley para tu búsqueda de Él. Es la misma ley. Si tú hubieras tenido la experiencia de la que hablo, ¿se la habrías contado a alguien? ¿Es un deseo irresistible, o quieres algo distinto a eso primero?

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